Quemar las naves

Quién no ha sentido la necesidad de hacer tabula rasa del pasado. Quemar las naves, mandar a la mierda lo aprendido, empezar de cero, renovarse.

Arvo Pärt en su obra que lleva por nombre dicha locución latina, traduce en notas mínimas y muy meditadas, esta actitud.

Principal exponente de lo que a algunos les ha dado por llamar “minimalismo sagrado”, Pärt arranca de raíz el corazón del hombre, lo coge en su puño y lo aprieta hasta que se desvanece.

Hay, cómo no, un sentimiento trágico en su música, pero también liberador. No se puede ser otro sin pagarle peaje a la muerte y esta es siempre algo turbador, un tránsito nunca excento de violencia.

Con todo al cruzar está la paz, el cese, la integración con el vacío, la reconciliación con lo que somos y con lo que dejamos de ser, el escenario para continuar siendo.